jueves, 8 de noviembre de 2007

Memoria, Verdad y Justicia

Por Marcelo Brodsky *

Hace diez años, el 10 de diciembre de 1997, en un momento en que la memoria no estaba en la agenda del Estado y en que aún regían las leyes de impunidad, tras la aprobación de la Constitución que dio a los porteños una institucionalidad propia e independiente, los organismos de derechos humanos iniciamos el proceso para que esta Ciudad Autónoma asumiera una política pública de memoria que reconociera a las víctimas del terrorismo de Estado. Nos dirigimos a los legisladores electos por primera vez en el marco de esta Constitución, para presentarles una iniciativa destinada a construir en las márgenes del Río de la Plata un Monumento y un Parque de Esculturas para recordar y reivindicar a las víctimas del terrorismo de Estado.

Pocos meses después, la primera Legislatura elegida en la ciudad de Buenos Aires aprobaba la ley que determina la creación del Parque de la Memoria y del Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado. La ley creó también nuestra Comisión Pro Monumento, una entidad de nuevo tipo, con participación de los poderes Ejecutivo y Legislativo de la ciudad, de la Universidad de Buenos Aires y de organismos de derechos humanos, pionera en el país como modelo de gestión participativa.

La Comisión convocó a un concurso internacional de obras de arte en el que se presentaron 665 proyectos. Fueron elegidos doce, más otras seis obras de artistas reconocidos por su compromiso en la lucha por los derechos humanos invitados por la Comisión. El arte contemporáneo está presente porque apela al mismo tiempo a la sensibilidad y a la razón.

Se armó un equipo que trabajó durante seis años en la confección de la lista de nombres para incluir en el Monumento siguiendo un procedimiento estricto de verificación. Son los nombres de las víctimas del terrorismo de Estado, de los detenidos-desaparecidos, de los asesinados y de los caídos en combate. El Monumento incluye los nombres de los desaparecidos y asesinados en Argentina de cualquier nacionalidad, y los de los argentinos secuestrados y asesinados en el extranjero por las fuerzas represivas de la dictadura, en el marco del Plan Cóndor.

La arquitectura del Monumento traza una marca sobre el territorio de nuestra pampa en su confluencia con el río. La obra modifica el terreno y recupera la barranca ribereña, horadándola con la traza del Monumento. Una herida que no cierra avanza sobre la colina y se abre sobre el río, el mismo al que arrojaron a miles de personas. El Río de la Plata nos da el nombre de rioplatenses, define nuestra identidad, una identidad cargada de dolor que este parque contribuirá a transformar ayudándonos a comprender nuestra historia para transmitirla a nuestros hijos. Para que las nuevas generaciones de argentinos puedan aprender de nuestra experiencia y entender desde las entrañas la magnitud del terrorismo de Estado.

Memoria, Verdad y Justicia han sido los ejes centrales de construcción política de las organizaciones de derechos humanos de nuestro país en sus largos años de lucha. La forma que adquiere en este caso la Memoria es la de un Monumento a las víctimas. Esta obra deja claro, piedra sobre piedra que no los olvidamos y que reivindicamos su lucha y su compromiso de pelear por una Argentina justa y solidaria. Con alegría inauguramos este Monumento, porque los nombres que lo forman están presentes, están entre nosotros, no han sido olvidados. Están en cada nieto recuperado, en cada ronda de los jueves en la Plaza, en cada joven que se compromete activamente con una militancia social, estudiantil, política o cultural, en cada persona que trabaja para lograr que los ideales de justicia, igualdad y solidaridad por los que vivieron y lucharon sean una realidad.

Memoria, en la que este Monumento da un paso fundamental, al identificar en cada nombre a un caso único, una vida, una familia, un proyecto truncado. Cada nombre está escrito en un ladrillo único de piedra de pórfido de la Patagonia. Las piedras se pueden tocar y se dispuso que estén a la altura a la que puede llegar el brazo extendido de una persona de mediana estatura. Cada nombre se integra en un conjunto, en una generación, en miles de personas reales que vivieron y que encuentran en el Monumento una unidad y un reconocimiento, un único nombre común, y la posibilidad de narrar desde su silencio la historia de todos.

Verdad, en la que se ha venido trabajando año tras años, en los testimonios, en los Juicios de la Verdad, en la persistencia de los testigos, en el relato de los sobrevivientes. Verdad que siempre hemos reclamado y seguimos reclamando. ¿Qué pasó con cada uno? ¿Dónde están sus restos? ¿A quién le entregaron a los niños? ¿Cómo los llaman ahora? ¿Quién fue el responsable en cada caso? ¿Quién dio la orden? ¿Quién la ejecutó?

Y Justicia. Una Justicia que ha sido lenta, y que avanza tras la anulación y declaración de inconstitucionalidad de las leyes de impunidad. Queremos más justicia, más celeridad en su trabajo, más juicios, más testimonios, más condenas. Queremos justicia en todas las causas, con todos los recursos del Estado aplicados a acelerar los procesos. Queremos que el Nunca Más no sea una expresión de deseos, sino un logro concreto, material, tangible, un logro real de nuestro pueblo, un aprendizaje y un ejemplo.

Este parque envía un mensaje a América latina y al mundo. Hemos avanzado. Nuestra larga lucha por Memoria, Verdad y Justicia ha sido capaz de encontrar nuevas formas. Desde los escraches de HIJOS hasta el Teatro por la Identidad, desde las rondas de las Madres al debate por la transformación del espacio del terror de la ESMA y la construcción del Museo de la Memoria, nuestra sociedad ha sido capaz de reinventar sus métodos de lucha y hoy puede mostrar al mundo con orgullo que estamos trabajando por la memoria, que estamos avanzando en la aplicación de la justicia, que no olvidamos a los que cayeron luchando por un mundo justo frente a un Estado que se convirtió en terrorista y reprimió al movimiento popular para imponer su proyecto neoliberal. Los nombres permanecerán en la piedra de este Monumento cuando ninguno de nosotros sea recordado, están en la memoria colectiva y ya no saldrán de ese lugar. Esta política de Estado trasciende a la ciudad de Buenos Aires en la medida en que recuerda a los detenidos-desaparecidos de todo el país. Sus dimensiones y su valor simbólico son tan grandes, tan universales, tan contundentes que se extienden más allá de las fronteras argentinas. Es deber del Estado nacional realizar las investigaciones necesarias para identificar a los que todavía no están, así podremos seguir agregando en los ladrillos de pórfido aún en blanco los nombres que resulten de esa investigación.

Cada familia que tenga un desaparecido tendrá en el Parque de la Memoria un lugar donde recordar su nombre.

A los argentinos que dejaron el país, a los exiliados por razones políticas que se quedaron en otros países del mundo que les dieron acogida, les decimos que ahora tienen una nueva razón para venir. Los invitamos a visitar este Monumento, a reconocer a sus amigos, y a contarles a sus hijos por qué se fueron. Vengan, recorran las estelas, recuerden a los que están allí, cuenten cómo eran. Lo mismo decimos a los ex presos políticos de la dictadura. Seguramente muchos de sus amigos y compañeros están incluidos en el Monumento. Vengan a recordarlos. Cuenten cómo eran. Sigan haciendo libros, testimonios, películas, presentaciones, jornadas, recuperen las fotos, las historias, las anécdotas. Ayúdennos a no olvidar. A los nietos recuperados les decimos que aquí tienen un lugar para reconocer el nombre de sus padres verdaderos, para encontrar el nombre y el apellido recuperados en un lugar en el que estarán acompañados por miles de sus compañeros. Que a los 88 nietos recuperados se sumen muchos más que puedan tocar el nombre aún desconocido de sus padres es el deseo y el compromiso de nuestra Comisión.

De ahora en más, tanto para completar la obra como para que este parque pueda ejercer plenamente su función, necesitaremos el compromiso activo del Gobierno de la Ciudad y del Estado nacional.

El parque recibirá muchas visitas. Nuestra propuesta para las visitas protocolares es que las flores que se traigan en homenaje a los desaparecidos sean arrojadas al Río de la Plata. El río recibirá las flores como un recuerdo para todos. El Monumento no tiene cuerpos, sino nombres de compañeros. Los desaparecidos siguen desaparecidos pese a estar inscriptos en el Monumento y en nuestra memoria.

Las políticas de Estado y la acción de las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos han confluido para la construcción del Parque de la Memoria y del Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado que hoy estamos inaugurando. Sin embargo, la presencia fundamental que nos anima es la de los miles de argentinos cuyos nombres están inscriptos en estos muros y la lucha a la que dedicaron su vida.

¡30.000 detenidos desaparecidos! ¡Presentes! ¡Ahora y siempre!


* Extracto del discurso leído ayer en nombre de los organismos de derechos humanos que integran la Comisión pro Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado.


Los 30.000 ladrillos de la memoria

En el Parque de la Memoria, junto al Río de la Plata, se inauguró el monumento que forman cinco estelas de piedra que, vistas desde el cielo, tienen la forma de una herida y donde figuran los nombres de los desaparecidos. “Que los jueces dejen de ir y venir”, dijo el Presidente, que participó del acto.


Por Werner Pertot

Gelman, Conti, Oesterheld, Donda. Una a una, el presidente Néstor Kirchner se detuvo frente a las placas con los nombres de los desaparecidos que se extendían sobre el muro gris. Antes de llegar al río, encontró la que estaba buscando: la de su amigo Carlos Labolita. “23 años”, decía. La presidenta electa Cristina Fernández de Kirchner la había visto antes, y no había podido resistirse a tocarla. Ambos presidieron la inauguración del Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, en el Parque de la Memoria. Los dos coincidieron en volver a criticar la lentitud de la Justicia, a la que la senadora consideró “agraviante para las víctimas y para la sociedad”. “Han pasado ese lamentable sacerdote y ese policía, ¿cuándo van a juzgar a los jefes?”, preguntó Kirchner, quien le pidió a los jueces “que dejen de ir y venir”.

Las cinco paredes con treinta mil placas –de las que 8718 ya llevan nombres– conforman el primer monumento a las víctimas del terrorismo de Estado. El proyecto se gestó en los noventa, mientras el gobierno de Carlos Menem trababa la posibilidad de un museo de la memoria en la ESMA. El parque, de 14 hectáreas, se comenzó a construir hace diez años con tierras ganadas al río en la costanera norte, cerca de Ciudad Universitaria.

Hoy tiene una entrada con las primeras esculturas y un centro de interpretación, donde se prevé que habrá una biblioteca, una medioteca y un lugar para conferencias. Erigidas frente al río, se destacan las cinco estelas grises que llevan los nombres de los desaparecidos y que, vistas desde el cielo, muestran la forma de una herida.

Una cascada bañaba uno de los muros de piedra, que contrasta con el verde del pasto, sobre el que se concentraron integrantes de los organismos de derechos humanos de distintas partes del país (había, incluso, un grupo de Jujuy). Los pañuelos blancos ocupaban toda la primera fila. Algunas de las madres usaba los paraguas para protegerse del sol; la mayoría traía flores para dejar en el monumento o para arrojar al río. Al final del acto, muchos fueron a buscar el nombre de su padre, hermano o amigo. Y a tocarlo.

Acompañados por el jefe de Gobierno, Jorge Telerman, y buena parte del gabinete nacional, los Kirchner recorrieron el monumento junto a las Madres y Abuelas. Los seguía también el ex jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, quien recibió un cerrado aplauso por su impulso para que se concretase el Parque de la Memoria. Aunque llegó tarde, también estuvo presente la vicejefa electa Gabriela Michetti (ver pág. 4). Todos ocuparon sus lugares y Cristina sacó un abanico de colores, que no dejó de usar durante el acto. En contraste, vestía de un discreto blanco y negro.

“Tenemos un lugar para recordar a los desaparecidos, asesinados y caídos en combate en este país”, comenzó el fotógrafo Marcelo Brodsky, quien leyó un discurso consensuado por la Comisión pro Monumento, que integran Abuelas de Plaza de Mayo, Madres Línea Fundadora, APDH, Buena Memoria, CELS, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Fundación Memoria Histórica y Social Argentina, LADH, MEDH y Serpaj.

“Queremos más justicia, más celeridad en su trabajo, más juicios, más testimonios, más condenas”, destacó Brodsky. “Es deber del Estado realizar las investigaciones necesarias para identificar a los que todavía no están, así podremos seguir agregando los ladrillos aún en blanco”, reclamó. Se dirigió a los exiliados, a los nietos recuperados, a los ex presos políticos de la dictadura, y a quienes puedan aportar nombres que se agreguen al monumento. Taty Almeida, de Madres, subió al final del discurso para gritar “presente” por los desaparecidos.

“En la recorrida comentábamos que hoy era un día feliz. Todos vamos a tener un lugar para recordar. Vi al Presidente acariciar la placa de su amigo Labolita. Me vi a mí acariciando la de Dagmar Hagelin, mi amiga”, contó Telerman, con su estilo. “Cuando veníamos para acá, la presidenta electa me comentaba del Museo de Praga y de otros genocidios. Estos monumentos son para contestarle a los negacionistas”, interpretó.

Falta López

–¡¡Aparición de Julio López!! –comenzaron a gritar entre el público.

“Recién escuchaba un sentimiento que comparto: que aparezca Julio López”, empezó Kirchner, rápido de reflejos. “Es la llama viva de que la impunidad sigue vigente entre nosotros”, planteó. “Les puedo asegurar que hicimos todo lo que pudimos, pero... ¡cuántas trabas!”, advirtió el Presidente, sin dar mayores precisiones. “Seguro que los monstruos de ayer seguirán amenazando”, insistió.

“Me abrazo a todos los ladrillos”, dijo Kirchner, en referencia a las placas. “Aquí vi los miles de nombres de los desaparecidos, y les quisiera explicar lo que nos cuesta que la justicia despierte. ¡Que los jueces dejen de ir y venir!”, pidió el Presidente. “Yo veo que los más jerarcas no han pasado, o muy poquito”, remarcó Kirchner, quien intentó adelantarse a las críticas por inmiscuirse con la división de poderes. “No es mi intención entrometerme... Pero tampoco vi a los responsables civiles”, dijo, en probable referencia al ex ministro de Economía de la dictadura José Alfredo Martínez de Hoz. También se refirió sin nombrarlos al sacerdote Christian Von Wernich y al represor Miguel Etchecolatz.

“Tenemos una Corte independiente. Sería importante que toda la estructura judicial se movilice”, planteó Kirchner, quien retomó una de sus frases preferidas de la campaña (“yo sé que Cristina va a profundizar. Ella es más detallista en los temas jurídicos... Bah, en todo”). “Esto no divide a los argentinos. Al contrario, la justicia y la memoria unen. Que no haya delincuentes sueltos, une”, reafirmó.

Lo interrumpió un avión que despegaba de aeroparque. “El ruido de los aviones acompaña el sentido del recuerdo”, sostuvo, y mencionó los vuelos de la muerte. Por último, le prometió a las Madres que iba “a seguir trabajando” cuando deje la presidencia.

–¡Queeee hableeee! ¡Queeee hableeee! –le cantaron desde la tribuna a la presidenta.

“Muchas gracias”, se limitó a responder ella. Unos segundos después, enfrentó los micrófonos, mientras se retiraba. “Hay una necesidad de justicia, que las causas puedan desarrollarse no con esta lentitud, que es agraviante no sólo para las víctimas y los sobrevivientes, que tienen que relatar una, dos, tres, cuatro veces, casi como un nuevo martirio, sino para la sociedad”, sostuvo la senadora. Sobre el fondo del río, mientras comenzaba a llover, sólo quedaron las flores, que nunca alcanzan.